Nunca he dudado de que si le tocaba “a él” poner a Puigdemont en la calle lo pondría. Alguien puede decirme que afirmó que nunca lo haría, pero también ganó unos comicios gallegos prometiendo la libre elección de lengua vehicular en la enseñanza galaica, y en cuanto los hubo ganado, implantó un sistema de cuotas que ha convertido a Galicia en la región española en la que el español está más desterrado de las aulas y de la administración, bastante más que Cataluña o País Vasco.
Pues bien, por si ello fuera poco, -antes de lo que esperaba, la verdad-, cantó la gallina. Feijoo nos ha explicado, por fin, cómo sería esa amnistía que él daría a Puigdemont. Lo ha hecho en La Vanguardia: “Puigdemont tiene que reconciliarse con la Ley. Y después de esto, todo es posible” [sic, literal, ni quito ni pongo una coma]. Es decir, una vez que Puigdemont se haya “reconciliado”, se le puede indultar, se le puede amnistiar, se le podría, incluso, indemnizar, por qué no, y hasta convertir de nuevo en presidente de la Generalitat… eso sí, nada de ello “sin reconciliarse”.
Extraño concepto este de “la reconciliación feijoiana con la Ley”. ¿Esto es algo que todos podemos hacer, o sólo Puigdemont? ¿Se pueden “reconciliar” con la Ley también violadores, asesinos, terroristas, o “la reconciliación” que lo hace todo posible sólo es para políticos que hayan dado un golpe de estado para destruir el sistema constitucional, fraccionar España y poner a los españoles al borde del abismo y del conflicto civil? Ah, y otra cuestión: en este nuevo estado de cosas que Feijoo propone, ¿puede un conductor reconciliarse con la DGT y no pagar la multa? Con la nueva “reconciliación feijoana” ¿seguirá siendo necesario el derecho penal? ¿Se cerrarán las cárceles?
Que el proyecto ideológico del PP es idéntico al del PSOE, eso está cada vez más claro. Cincuenta años de experiencia, cincuenta años de no derogar una sola ley pesoita, avalan impresión tal: tampoco había que ser muy listo, la verdad, no voy a presumir. Me pregunto ahora por su necedad, su estulticia, y en este caso, la de su líder. Y le planteo tres preguntas concretas de tipo meramente estratégico relacionadas con su estúpida propuesta:
1ª.- ¿Acaso espera Feijoo que su “ruta para la amnistía” previo paso por “la reconciliación” pueda tener algún atractivo para un Puigdemont al que le han ofrecido el mismo resultado sin necesidad ni siquiera de realizar ese extraño rito feijoiano de la “reconciliación”?
2ª.- ¿Realmente cree Feijoo que le va a ganar electores afirmar que está dispuesto a llegar tan lejos como haga falta con Puigdemont? ¿No teme Feijoo que el elector del PP pueda llegar un día a tener la impresión de que “su partido le engaña”, y se dé cuenta, ¡por fin!, de que lleva cincuenta años haciéndolo?
3ª.- ¿Cómo va a explicar Feijoo a sus simpatizantes y votantes, a los que ha hecho salir tres veces a la calle contra la amnistía y a los que ha puesto la cabeza como un bombo con el temita de marras que, una vez que Puigdemont “se reconcilie”, “todo es posible”?
A no ser que al votante del PP, al final, todo le importe tres, y lo único que le “ponga” sea el mero “cambio de muñeco”… que es lo que, por desgracia y con cada vez mayor inquietud y preocupación, me empiezo a barruntar. ¿Pues no era malo Madrid Central cuando lo aprobó Carmena, y ahora es bueno cuando lo ha duplicado Almeida? Entender al elector español de izquierdas, esa su urticaria hacia lo español, ese su afán por que España se vaya a la mierda, se me hace harto complicado. Entender al “de derechas”… imposible, la verdad (y se los supone “señoritos con esmerada formación”, capaces de tomar decisiones “coherentes”).
En fin, esto es España. A muchos les descorazona lo que tenemos: a mí me descorazona más “la alternativa”, su absoluta inexistencia, a decir verdad. Ante semejante perspectiva, todo es fatal desesperanza.
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©Luis Antequera | Escritor
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